miércoles, 3 de octubre de 2012

VIAJAR EN TRANSPORTE PUBLICO EN ECUADOR


Moverse en Ecuador en transporte público es relativamente fácil. Es un país de distancias cortas donde las carreteras es una de las cosas que primero nombra la gente cuando se le pregunta sobre los logros del gobierno actual de Ecuador. Aprovecho para contaros que cuando preguntamos por la situación política la mayoría responden satisfechos con lo que Correa está haciendo. Las clases más pobres se han visto beneficiadas, los servicios públicos han mejorado gracias a la subida de impuestos, el reconocimiento a los indígenas,… es raro escuchar hablar mal del gobierno. El próximo año tienen elecciones y todos coinciden en que posiblemente vuelva a ganar Rafael Correa. Es un gusto oír hablar bien de algún político en estos momentos de tanta decadencia.
Bien, a pesar de todo, como decía, viajar en autobús en Ecuador es toda una aventura en sí misma. Cualquier lugar es bueno para que alguien suba o baje del autobús, tan pronto se llena de niños estudiantes que ocupan el pasillo central camino a su casa después de la jornada escolar y se van desperdigando por los pequeños pueblecitos como te encuentras acosado por los vendedores ambulantes que te ofrecen las cosas más variadas (maíz, naranjas, un pintxo de pollo asado, un vaso de sandía pelada, habas fritas…). Por no decir de los charlatanes que sueltan en rollo en medio del autobús para pedirte una colaboración vendiéndote un libro, unas galletas o una peli pirata. Todo ello sin moverte de tu asiento. Apasionante ¿no?.


Ayer emprendimos viaje de Macas (donde disfrutamos de la selva) a Riobamba para hacer escala de viaje y reemprenderlo hacia Guayaquil, nuestro lugar de vuelo a Galápagos. Salimos de Macas a las 12 del mediodía por una vía nueva, más corta y que atraviesa la sierra con paisajes espectaculares según nos anunciaron las mismas que nos vendieron el billete (“la primera hora es mala pero, después hay unos parajes maravillosos”). Efectivamente, una hora caminando por lo que llamaríamos una pista de tierra y enseguida empezó a llover, a llover, a diluviar… y el autobús se paró delante de un cartel que decía “Materiales en la vía”. Tras un rato de incertidumbre sin que nadie hiciera ningún movimiento (parecía de lo más normal) nos enteramos que se trataba de un desmonte de tierra por la lluvia que se había llevado por medio a la excavadora que estaba trabajando (suerte que el obrero saltó y resultó ileso) con el consiguiente cierre de la vía con árboles, tierra, piedras con máquina incluida. Costó un rato que llegara el ingeniero para valorar los daños. Nos enteramos que al otro lado estaba el autobús de la misma compañía que hacía el trayecto contrario así que Asier emprendió la tarea de convencerles que lo mejor era hacer trasbordo. Costó un rato pero, así se hizo. Así que mochilas al hombro nos dispusimos a pasar la “barrera”. Justo en ese momento llovía tanto que no podía ver donde pisaba porque las gafas me chorreaban. Embarrados y calados llegamos hasta el otro lado. No os cuento cómo iban el resto de viajeros: chicas con tacones que terminaron en las manos, abuelitos con cajas enormes… Ya en el bus contrario había otro desprendimiento en nuestra dirección así que una máquina tuvo que ir a limpiar la carretera. Y por si fuera poco, tras emprender la marcha pinchamos una rueda. ¿Pueden pasar más cosas?... Iniciamos el descenso bajo la lluvia a paso lento y con el bus inclinado a la izquierda hasta que llegamos al primer pueblito donde había un garaje. Otro tiempo para el arreglo que aprovechamos para almorzar con otros compañeros de viaje en un lugar surrealista donde a la vez que comíamos un obrero levantaba un tabique y el cielo parecía que caía sobre nuestras cabezas. El agua corría a mares, algunas barrían la entrada a casa para evitar que el agua entrara… mientras el mecánico se tumbaba bajo al autobús para el arreglo aunque más parecía que estaba bajo una cascada. Todo supuso un viaje de 6 horas y media, sólo 2 y media de retraso sobre el horario previsto mientras pensábamos: esto no nos puede estar pasando a nosotros.

Menos mal que uno está de vacaciones y los planes son fáciles de retocar. Hoy hemos emprendido viaje a Guayaquil, sin incidencias, pasando del frio de la sierra al calor de la costa por plataneros inmensos. La cosa ha sido larga pero, bastante más llevadera.


2 comentarios:

  1. Hola amigo. Resulta apasionante seguir tus peripecias en Ecuador. He conseguido meterme en vuestras historias, hasta el punto de poder visualizarlas. Vaya envididia sana que he sentido en algunos momentos. Ha sido una idea muy buena lo del blog.

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