Moverse en Ecuador en transporte público es relativamente fácil. Es un país de distancias cortas donde las carreteras es una de las cosas que primero nombra la gente cuando se le pregunta sobre los logros del gobierno actual de Ecuador. Aprovecho para contaros que cuando preguntamos por la situación política la mayoría responden satisfechos con lo que Correa está haciendo. Las clases más pobres se han visto beneficiadas, los servicios públicos han mejorado gracias a la subida de impuestos, el reconocimiento a los indígenas,… es raro escuchar hablar mal del gobierno. El próximo año tienen elecciones y todos coinciden en que posiblemente vuelva a ganar Rafael Correa. Es un gusto oír hablar bien de algún político en estos momentos de tanta decadencia.
Bien, a pesar de todo, como decía, viajar en autobús en Ecuador
es toda una aventura en sí misma. Cualquier lugar es bueno para que alguien
suba o baje del autobús, tan pronto se llena de niños estudiantes que ocupan el
pasillo central camino a su casa después de la jornada escolar y se van
desperdigando por los pequeños pueblecitos como te encuentras acosado por los
vendedores ambulantes que te ofrecen las cosas más variadas (maíz, naranjas, un
pintxo de pollo asado, un vaso de sandía pelada, habas fritas…). Por no decir
de los charlatanes que sueltan en rollo en medio del autobús para pedirte una
colaboración vendiéndote un libro, unas galletas o una peli pirata. Todo ello
sin moverte de tu asiento. Apasionante ¿no?.
Ayer emprendimos viaje de Macas (donde disfrutamos de la
selva) a Riobamba para hacer escala de viaje y reemprenderlo hacia Guayaquil,
nuestro lugar de vuelo a Galápagos. Salimos de Macas a las 12 del mediodía por
una vía nueva, más corta y que atraviesa la sierra con paisajes espectaculares
según nos anunciaron las mismas que nos vendieron el billete (“la primera hora
es mala pero, después hay unos parajes maravillosos”). Efectivamente, una hora
caminando por lo que llamaríamos una pista de tierra y enseguida empezó a
llover, a llover, a diluviar… y el autobús se paró delante de un cartel que
decía “Materiales en la vía”. Tras un rato de incertidumbre sin que nadie
hiciera ningún movimiento (parecía de lo más normal) nos enteramos que se
trataba de un desmonte de tierra por la lluvia que se había llevado por medio a
la excavadora que estaba trabajando (suerte que el obrero saltó y resultó
ileso) con el consiguiente cierre de la vía con árboles, tierra, piedras con
máquina incluida. Costó un rato que llegara el ingeniero para valorar los
daños. Nos enteramos que al otro lado estaba el autobús de la misma compañía
que hacía el trayecto contrario así que Asier emprendió la tarea de
convencerles que lo mejor era hacer trasbordo. Costó un rato pero, así se hizo.
Así que mochilas al hombro nos dispusimos a pasar la “barrera”. Justo en ese
momento llovía tanto que no podía ver donde pisaba porque las gafas me
chorreaban. Embarrados y calados llegamos hasta el otro lado. No os cuento cómo
iban el resto de viajeros: chicas con tacones que terminaron en las manos,
abuelitos con cajas enormes… Ya en el bus contrario había otro desprendimiento
en nuestra dirección así que una máquina tuvo que ir a limpiar la carretera. Y por
si fuera poco, tras emprender la marcha pinchamos una rueda. ¿Pueden pasar más
cosas?... Iniciamos el descenso bajo la lluvia a paso lento y con el bus
inclinado a la izquierda hasta que llegamos al primer pueblito donde había un
garaje. Otro tiempo para el arreglo que aprovechamos para almorzar con otros
compañeros de viaje en un lugar surrealista donde a la vez que comíamos un
obrero levantaba un tabique y el cielo parecía que caía sobre nuestras cabezas.
El agua corría a mares, algunas barrían la entrada a casa para evitar que el
agua entrara… mientras el mecánico se tumbaba bajo al autobús para el arreglo
aunque más parecía que estaba bajo una cascada. Todo supuso un viaje de 6 horas
y media, sólo 2 y media de retraso sobre el horario previsto mientras
pensábamos: esto no nos puede estar pasando a nosotros.
Menos mal que uno está de vacaciones y los planes son
fáciles de retocar. Hoy hemos emprendido viaje a Guayaquil, sin incidencias,
pasando del frio de la sierra al calor de la costa por plataneros inmensos. La
cosa ha sido larga pero, bastante más llevadera.
Un saludo desde Suecia!
ResponderEliminarHola amigo. Resulta apasionante seguir tus peripecias en Ecuador. He conseguido meterme en vuestras historias, hasta el punto de poder visualizarlas. Vaya envididia sana que he sentido en algunos momentos. Ha sido una idea muy buena lo del blog.
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