Anuncié algunas conclusiones. Quizás sean más REFLEXIONES fruto del reposo y el repaso de lo vivido.
Misioneros, voluntarios y
gente de bien…
Buenas personas que te reciben
con brazos y corazón abiertos para mostrarte aquello que más quieren, aquello
por lo que luchan, aquello por lo que van dejando cada día un poco de vida.
Buenas personas que crean verdaderos oasis en medio del desierto donde las
personas se sienten valoradas. Muchas buenas personas con las que compartimos
cultura, criterios, formas de entender las cosas, que en la relación más
próxima te das cuenta que ansían el contacto con “iguales”, hablar de lo
nuestro, compartir un chorizo o reír de los mismo chistes. Personas para las
que podemos ser aire fresco entre tanta realidad sufriente.
Resulta abrumador hablar (y
visitar) tantos proyectos en marcha. Los estrictamente pastorales (eucaristías,
preparación y celebración de sacramentos, catequesis, procesos vocacionales) y
los de proyección social (centro de día de ancianos, guardería, atención a
enfermos y promotores de salud, taller de artesanía para mujeres, centro de la
familia, recorridos por la calle para contacto con jóvenes marginales,…). Tan
abrumador como esperanzador. Parece tan espontáneo y participativo que uno sabe
que hay mucho trabajo detrás. Lugares donde se respira vida por todos lados.
Lugares que no dejan indiferente, donde la interpelación sobre lo que uno vive
y cómo lo vive es una constante. Lugares donde uno experimenta que dar un solo día
de tu viaje, ya es mucho. ¡Se puede hacer tanto con tan poco!.
Comenzar así la visita a un país
es un auténtico privilegio. Ver lo que pocos ven. Estar un día y sentirte “en
casa”. Palpar la realidad más dura y a la vez emocionarte con un derroche de
vida que inunda todo. Gracias a los que lo habéis hecho posible.
Situación de país
Ha sido especialmente conmovedor
visitar Ecuador desde la situación que tenemos en este momento en España.
Crisis, desesperanza, recesión, desencanto político no son palabras de las que
se pueda hablar mucho en Ecuador. Es fácil hablar de política con cualquiera,
sin duda porque lo que te dicen es bueno: la mejora de las carreteras y el
tráfico, el reordenamiento de la educación, las mayores prestaciones sanitarias
públicas, la explotación de los recursos propios, la lucha contra la
corrupción, la nueva fiscalidad… y tantas otras cosas son motivo de orgullo sin
alardes. ¡A todos nos gusta hablar de lo bueno que tenemos!.
Donde algunas cosas funcionan
gracias al “ordeno y mando”. No se trata de civismo en la conducción sino una
política agresiva de multas y penalizaciones. Un país donde los domingos no se
puede beber alcohol aunque fácilmente conseguimos trasgredir la norma junto a
otros muchos… Sin duda, aún son muchas las cosas que quedan por hacer.
En cualquier caso, se percibe un
país de oportunidades e ilusiones. No como el nuestro. Por eso, ha resultado un
tiempo de descanso para tanta noticia de incertidumbre y miedo en la que nos
vemos inmersos. Tiempo para relativizar lo que vivimos en éste nuestro pequeño
país y en este tiempo concreto. Tiempo para cargar pilas y traer esperanza a
tanto miedo que en un solo mes ya he comprobado que ha ido en aumento.
Personas amables
Hemos encontrado personas cercanas
y sencillas. Con cierto sentimiento de inferioridad sobre el extranjero. De
amabilidad tan excesiva que apenas es posible dar un “no” por respuesta aunque
sea a costa de no reconocer la ignorancia. Personas agradecidas de retórica
fácil y reiterativa que aunque inicialmente resulta pintoresca, desespera la
mente racional occidental. Dispuestas a ayudar. De ritmos lentos. Tendentes al
rodeo y a explayarse en explicaciones poco concretas.
Y aunque todos te anuncian la
posibilidad del robo, saqueo o acontecimiento delictivo, no hemos encontrado en
ningún lado esta circunstancia. Puede que sea por la exageración de unos o por nuestra
propia prudencia. Sólo puedo decir muchas cosas buenas de mucha gente con la
que nos hemos cruzado en el camino. Anónimas gracias.
Diversidad
Siempre nos ha gustado visitar
lugares de poca afluencia turística para disfrutar de lo más auténtico (o de lo
que parece más auténtico). Ha colaborado con ello la época de nuestra visita y
el ser un país donde el turismo esta poco explotado.
Ecuador es un país pequeño con
una diversidad sorprendente: el oriente de selva amazónica, la sierra andina
jalonada por grandes alturas volcánicas, la costa y las islas galápagos con su
peculiar fauna. Diversidad de naturaleza y paisajes y diversidad en gentes y
costumbres.
Y cómo no contar que en Ecuador el tiempo es loco. La
cercanía a la línea hemisférica hace que las estaciones no presenten grandes
diferencias por lo que no está muy claro lo que es o lo que entienden por
verano o invierno. En corta distancia pueden decir unos que “estamos empezando
el verano” y otros que “ahorita es invierno”, junto al repetido dicho que Quito
tiene las cuatro estaciones en un solo día. Vamos, que no hay quien se aclare
con el clima. Todo es dejarse sorprender.
Migrantes
Gentes “lentas” pero de muchos
movimientos. Sólo hay que nombrar la palabra España para escuchar a alguien que
tiene un hijo, un hermano o un primo allí. El sufrimiento de quien los tiene
lejos sabiendo que allí las cosas no están muy bien (porque eso sí que saben,
que en España hay una gran crisis). Las historias de tantos que vuelven
habiendo trabajado tanto para volver con muy poco o con nada. Sólo a unos pocos
les generamos el anhelo de la emigración, quizás los más jóvenes, los que
tienen familiares a los que les va bien (o que dicen que les va bien). Nos
miran con el anhelo de la fascinación por Europa, para cumplir sueños en este
primer mundo que hemos vendido como panacea. Y otros que nos invitan a quedarnos a trabajar en su
país porque se saben necesitados de profesionales…
Muchas personas que siendo de la
sierra o de la costa han buscado mejores condiciones en las grandes ciudades o,
sobre todo, en las Galápagos. Islas donde se gana más en menos tiempo pero
donde se experimenta el aislamiento y cierta claustrofobia.
Todas historias de búsqueda, de afán
por mejorar, de experimentar,…
Y a la vuelta…
Gracias a los otros dos protagonistas: a Javier y a Asier. Por tantas aventuras, historias vividas, conversaciones compartidas, desesperaciones y risas... por tanto!
Me ha encantado escribir este
blog. En primer lugar porque ha sido oportunidad para digerir lo vivido, hacerlo
mio y ponerle palabras. Y en segundo lugar porque muchos me habéis comunicado vuestro
disfrute, vuestra emoción, vuestro sentiros allí conmigo,… ¡Me alegro tanto
haber compartido con vosotros casi en directo!
Y ahora, tanto “aterrizando en
Ecuador” me ha costado más de una semana aterrizar en mi lugar y aún no se si
lo he hecho. Superado el jet lag voy subiendo a aquellos trenes que dejé
parados, a los que iban arrancando o a
los que ya están en pleno viaje. No esperan, hay que cogerlos en marcha. Lo
importante es saber que son trenes que bien merecen el viaje para disfrutar de
las sorpresas que nos deparen.
Aunque uno nunca vuelve como se
fue. Sin duda lo experimentado condiciona nuestros nuevos y apasionantes viajes.