sábado, 27 de octubre de 2012

REFLEXIONES (Y CONCLUSIONES)


Anuncié algunas conclusiones. Quizás sean más REFLEXIONES fruto del reposo y el repaso de lo vivido.

Misioneros, voluntarios y gente de bien…
Buenas personas que te reciben con brazos y corazón abiertos para mostrarte aquello que más quieren, aquello por lo que luchan, aquello por lo que van dejando cada día un poco de vida. Buenas personas que crean verdaderos oasis en medio del desierto donde las personas se sienten valoradas. Muchas buenas personas con las que compartimos cultura, criterios, formas de entender las cosas, que en la relación más próxima te das cuenta que ansían el contacto con “iguales”, hablar de lo nuestro, compartir un chorizo o reír de los mismo chistes. Personas para las que podemos ser aire fresco entre tanta realidad sufriente.
Resulta abrumador hablar (y visitar) tantos proyectos en marcha. Los estrictamente pastorales (eucaristías, preparación y celebración de sacramentos, catequesis, procesos vocacionales) y los de proyección social (centro de día de ancianos, guardería, atención a enfermos y promotores de salud, taller de artesanía para mujeres, centro de la familia, recorridos por la calle para contacto con jóvenes marginales,…). Tan abrumador como esperanzador. Parece tan espontáneo y participativo que uno sabe que hay mucho trabajo detrás. Lugares donde se respira vida por todos lados. Lugares que no dejan indiferente, donde la interpelación sobre lo que uno vive y cómo lo vive es una constante. Lugares donde uno experimenta que dar un solo día de tu viaje, ya es mucho. ¡Se puede hacer tanto con tan poco!.
Comenzar así la visita a un país es un auténtico privilegio. Ver lo que pocos ven. Estar un día y sentirte “en casa”. Palpar la realidad más dura y a la vez emocionarte con un derroche de vida que inunda todo. Gracias a los que lo habéis hecho posible.

Situación de país
Ha sido especialmente conmovedor visitar Ecuador desde la situación que tenemos en este momento en España. Crisis, desesperanza, recesión, desencanto político no son palabras de las que se pueda hablar mucho en Ecuador. Es fácil hablar de política con cualquiera, sin duda porque lo que te dicen es bueno: la mejora de las carreteras y el tráfico, el reordenamiento de la educación, las mayores prestaciones sanitarias públicas, la explotación de los recursos propios, la lucha contra la corrupción, la nueva fiscalidad… y tantas otras cosas son motivo de orgullo sin alardes. ¡A todos nos gusta hablar de lo bueno que tenemos!.
Donde algunas cosas funcionan gracias al “ordeno y mando”. No se trata de civismo en la conducción sino una política agresiva de multas y penalizaciones. Un país donde los domingos no se puede beber alcohol aunque fácilmente conseguimos trasgredir la norma junto a otros muchos… Sin duda, aún son muchas las cosas que quedan por hacer.
En cualquier caso, se percibe un país de oportunidades e ilusiones. No como el nuestro. Por eso, ha resultado un tiempo de descanso para tanta noticia de incertidumbre y miedo en la que nos vemos inmersos. Tiempo para relativizar lo que vivimos en éste nuestro pequeño país y en este tiempo concreto. Tiempo para cargar pilas y traer esperanza a tanto miedo que en un solo mes ya he comprobado que ha ido en aumento.

Personas amables
Hemos encontrado personas cercanas y sencillas. Con cierto sentimiento de inferioridad sobre el extranjero. De amabilidad tan excesiva que apenas es posible dar un “no” por respuesta aunque sea a costa de no reconocer la ignorancia. Personas agradecidas de retórica fácil y reiterativa que aunque inicialmente resulta pintoresca, desespera la mente racional occidental. Dispuestas a ayudar. De ritmos lentos. Tendentes al rodeo y a explayarse en explicaciones poco concretas.
Y aunque todos te anuncian la posibilidad del robo, saqueo o acontecimiento delictivo, no hemos encontrado en ningún lado esta circunstancia. Puede que sea por la exageración de unos o por nuestra propia prudencia. Sólo puedo decir muchas cosas buenas de mucha gente con la que nos hemos cruzado en el camino. Anónimas gracias.







Diversidad
Siempre nos ha gustado visitar lugares de poca afluencia turística para disfrutar de lo más auténtico (o de lo que parece más auténtico). Ha colaborado con ello la época de nuestra visita y el ser un país donde el turismo esta poco explotado.
Ecuador es un país pequeño con una diversidad sorprendente: el oriente de selva amazónica, la sierra andina jalonada por grandes alturas volcánicas, la costa y las islas galápagos con su peculiar fauna. Diversidad de naturaleza y paisajes y diversidad en gentes y costumbres.


Y cómo no contar que en Ecuador el tiempo es loco. La cercanía a la línea hemisférica hace que las estaciones no presenten grandes diferencias por lo que no está muy claro lo que es o lo que entienden por verano o invierno. En corta distancia pueden decir unos que “estamos empezando el verano” y otros que “ahorita es invierno”, junto al repetido dicho que Quito tiene las cuatro estaciones en un solo día. Vamos, que no hay quien se aclare con el clima. Todo es dejarse sorprender.


Migrantes
Gentes “lentas” pero de muchos movimientos. Sólo hay que nombrar la palabra España para escuchar a alguien que tiene un hijo, un hermano o un primo allí. El sufrimiento de quien los tiene lejos sabiendo que allí las cosas no están muy bien (porque eso sí que saben, que en España hay una gran crisis). Las historias de tantos que vuelven habiendo trabajado tanto para volver con muy poco o con nada. Sólo a unos pocos les generamos el anhelo de la emigración, quizás los más jóvenes, los que tienen familiares a los que les va bien (o que dicen que les va bien). Nos miran con el anhelo de la fascinación por Europa, para cumplir sueños en este primer mundo que hemos vendido como panacea. Y otros  que nos invitan a quedarnos a trabajar en su país porque se saben necesitados de profesionales…
Muchas personas que siendo de la sierra o de la costa han buscado mejores condiciones en las grandes ciudades o, sobre todo, en las Galápagos. Islas donde se gana más en menos tiempo pero donde se experimenta el aislamiento y cierta claustrofobia.
Todas historias de búsqueda, de afán por mejorar, de experimentar,…

Y a la vuelta…

Gracias a los otros dos protagonistas: a Javier y a Asier. Por tantas aventuras, historias vividas, conversaciones compartidas, desesperaciones y risas... por tanto!

 
Me ha encantado escribir este blog. En primer lugar porque ha sido oportunidad para digerir lo vivido, hacerlo mio y ponerle palabras. Y en segundo lugar porque muchos me habéis comunicado vuestro disfrute, vuestra emoción, vuestro sentiros allí conmigo,… ¡Me alegro tanto haber compartido con vosotros casi en directo!
Y ahora, tanto “aterrizando en Ecuador” me ha costado más de una semana aterrizar en mi lugar y aún no se si lo he hecho. Superado el jet lag voy subiendo a aquellos trenes que dejé parados,  a los que iban arrancando o a los que ya están en pleno viaje. No esperan, hay que cogerlos en marcha. Lo importante es saber que son trenes que bien merecen el viaje para disfrutar de las sorpresas que nos deparen.
Aunque uno nunca vuelve como se fue. Sin duda lo experimentado condiciona nuestros nuevos y apasionantes viajes.

miércoles, 17 de octubre de 2012

GUAYAQUIL, CIUDAD DE DESPEDIDA DE ECUADOR



En Guayaquil te matan, te roban y te violan (esperemos que sea en este orden, dice Javier). Esté fue el comentario de nuestro chófer con aspecto de boxeador mientras entrabamos a la ciudad. Todo el mundo te lo dice, antes de que llegues todos te advierten de los peligros y te asustan considerablemente. Entre eso y las pocas expectativas turísticas de la ciudad, uno se acerca a Guayaquil con pereza. Sin embargo, cuando llegas, los que viven en la ciudad te dicen que no es para tanto, que hay que tomar las precauciones de cualquier gran ciudad y relajarse.

Te das cuenta de que estás en una gran ciudad por el tamaño de sus edificios y de sus atascos. Dos millones y medio de personas viven en la capital económica del país. Nos alojamos junto al Malecón 2000, una obra espectacular para este país en la que han trasformado el paseo marítimo en un lugar de recreo con jardines tropicales, monumentos, centros comerciales, cines, un palacio de congresos… Eso sí, un lugar vallado y en el que cada dos por tres te encuentras un policía que hace seguro el lugar. Ha sido el espacio que ha concentrado nuestros paseos y descansos en esta ciudad. En los alrededores, edificios administrativos y grandes bancos con una tremenda actividad diurna que a partir de las seis de la tarde queda desierta. En cualquier caso no os imaginéis Nueva York, tiene un toque antiguo y desaliñado con un tráfico ruidoso y desordenado.

Aquí todo es grande, también la cola de las personas que esperan su turno en el banco al que fuimos para que Asier cambiara dinero. Habría más de cien personas sentaditas esperando a que su número apareciera en la pantalla. La cuestión es que a nosotros nos indicaron a qué ventanilla pasar sin apenas espera y delante de todos. Yo supuse que iban a saltar a nuestra yugular en masa pero, resultaron gente pacífica y nadie rechistó. Estos latinos son de otra pasta.
En nuestra primera salida descubrimos que en el palacio de congresos se celebraba la feria internacional del libro de Guayaquil y allí que nos colamos. Tuvimos la suerte de disfrutar de un espectáculo cómico para niños, nos reímos un rato y pusimos la “nota turística”. Al terminar me rodearon un grupo de niñas diciendo que les mentía cuanto cuando negaba ser un personaje de telenovela (¡¡el padre de Grachie!! o algo así). Finalmente se fueron con la duda. Después conversamos con los cómicos que resultaron ser argentinos que están viajando por Latinoamérica gracias a sus espectáculos. Gente simpática que están haciendo un sueño realidad intentando vivir de su arte y animando a que las personas pongamos en práctica nuestros sueños, como decían en el espectáculo. Visto el programa de la feria hemos acudido a algunas convocatorias que nos han parecido interesantes pero, hemos tenido menos éxito que con la primera. Un espectáculo de danza que nunca se celebró. Nos dijeron que iban con retraso y que todavía estaban con la presentación de un libro. La cuestión fue que nos tragamos una chapa indecente y después ni hubo danza ni nadie preguntó. Nosotros tampoco lo entendimos. La segunda fue un concierto de música latinoamericana. Resultó ser un grupo de colegio que desafinaban bastante y tocaban peor. Cuando vimos que a duras penas podíamos reconocer “El Cóndor Pasa” decidimos abandonar a los escasos 15 espectadores que abarrotaban el lugar. Total que nuestro intento por hacer una aproximación al turismo cultural, como en Cuenca, no resultó nada fructífero.


La subida de las 444 escaleras que llevan al cerro de Santa Ana da una vista bastante espectacular de la ciudad. Lo subimos de día y de noche. Lo más curioso es ver una calle arreglada, con casas y comercios de colores que también está vallada y vigilada por policía, y justo detrás de la valla es una zona suburbial de auténticas chabolas.







Hemos visitado interminables mercados. Empiezas queriendo ordenarte para verlo todo pero, finalmente te dejas engullir por la magnitud sin saber muy bien dónde estás. Todos ellos con gran agotamiento por el calor húmedo que hace en esta ciudad y por el exceso de estímulo visual que supone.
Para celebrar el fin de nuestra estancia en Ecuador hoy hemos ido a un restaurante de cangrejos (lo más parecido que conozco son lo que llamaríamos nécoras) que al parecer son muy típicos en esta zona. Con paciencia y mucha cerveza hemos disfrutado del marisquito en una terraza del malecón.

Y mañana nos espera un vuelo que nos hará retornar a casa. Con pena por lo que acaba pero, con satisfacción por lo mucho vivido me dispongo a emprender el camino de vuelta. Después de un mes uno tiene la sensación de que ha disfrutado mucho pero, también de una cierta añoranza por lo propio, por la casa… Y como en otras ocasiones he comentado con mi amiga Pruden, eso es muy bueno porque significa que uno sabe cuál es su lugar en el mundo y cuando viaja no huye de nada sino que descansa de las rutinas cotidianas. La vuelta de este viaje me permite experimentar el privilegio de saber que en “mi” lugar encontraré familia, amigos, trabajo y ¡¡¡tantas cosas!!!.

PD: No es el final. Espero que desde casa y asentada la experiencia pueda compartir con vosotros algunas conclusiones.