viernes, 28 de septiembre de 2012

EN BAÑOS, AGUA POR TODAS PARTES


En Baños no ha habido manera de estar secos. La temperatura es agradable y eso nos permite estar “cómodamente húmedo”.

Es un pequeño pueblo turístico, de gentes amables, un lugar para sentirse cómodo. Nos alojamos en el hostal Transilvania regentado por una familia ecuatoriano-israelí (nos gustan los sitios exóticos) donde en la recepción lo mismo puedes estar escribiendo este blog, comer algo, jugar al billar, jugar con los niños de la casa o ver una peli. El pueblo se sitúa a las faldas del volcán Tungurahua (garganta de fuego) que recientemente ha dado algunos sustos, el último hace apenas un mes que fue bastante suave pero, en otras ocasiones han llegado a la evacuación. Hablando con algunos se palpa que viven con la amenaza de la erupción aunque dicen que si están todo el día pensando en ello es imposible vivir y hasta son capaces de hacer bromas sobre el tema. Supongo que tiene que ser duro vivir en esta tesitura.
Nada más llegar, probamos las piscinas termales (caliente-fría-muy caliente-fría-ardiendo-fría…) donde es realmente relajante sumergirte por la noche con una enorme cascada iluminada al frente y dejando que las gotas de lluvia te caigan sobre la cara. Alucinante.
Dedicamos un día a hacer una ruta de 20km. en bicicleta (tranquilos! todo en bajada) junto al cauce del río haciendo paradas para contemplar cascadas cada cual más impresionante: Agoyán, el Manto de la Novia, el Pailón del Diablo (la más espectacular, que hasta se puede pasar detrás de ella)… No os olvidéis que seguía lloviendo así que estuvimos poniendo y quitando la capa todo el día, además de unas buenas caminatas para bajar y subir a ver las cascadas. Finalmente no sabía si estaba mojado de la lluvia, de las gotas que saltan de la cascada o del sudor del esfuerzo. También hemos probado otros medios de transporte como son las Tarabitas, una especie de cesta donde se llena de gente (en nuestro caso ,sólo 3 porque no nos hemos encontrado prácticamente con turistas en todo el camino) y colgado de un cable bajas o cruzas por encima de la cascada. Los más intrépidos, o sea Javier y Asier, han cruzado el cauce del río a 100m de altura en tirolina (lo llaman canopi), una experiencia que yo he preferido contemplar desde tierra firme y sacarles unas fotos. Hablan maravillas pero, no he podido impedir que el estómago se me encoja cada vez que lo pienso. Mientras ellos descendían y volvían he tenido tiempo para hablar con los lugareños. No hay nada como decir que eres de España para que enseguida surjan las historias de familiares emigrantes con duras experiencias allí: un hermano muerto en accidente de tráfico, un vecino al que le embargaron por no poder soportar el crédito de la casa que compró, un tío que está pensando en volver… Aquí también se contempla con estupor lo que allí percibimos en directo. Es un gusto hablar con las personas que te encuentras, parecen sinceras, sencillas y tremendamente amables. Como veis, aunque no he probado la tirolina también he disfrutado del paisaje humano.
 Y siguiendo con las experiencias impactantes, hoy hemos hecho rafting. Hemos salido de Baños lloviendo (cómo no!) en un autobús turístico que no tiene ventanillas así que hemos podido  disfrutar de un viaje helador y húmedo durante 20 km. Llegada al lugar, neoprenos y chalecos para recibir las instrucciones en caso de caída al agua mientras oíamos el ruido de las aguas al fondo (me ha recordado a los médicos cuando damos el consentimiento informado para firmar: te pueden pasar cosas horribles pero, casi nunca pasan). Para esas alturas ya estaba arrepentido y más cuando he visto el río de aguas bravas: dicen que los ríos se numeran por dificultad y la máxima es el 6, este era un 4. Me ha tocado delante, me han nombrado capitán de la izquierda (al menos…) y nos vamos al agua. Los primeros minutos han sido de toma de contacto pero, después han llegado las olas que te calaban y zarandeaban. La barca de al lado ha volcado y a una de las chica le ha dado una crisis de ansiedad… puff. La verdad es que ha sido un subidón de adrenalina increíble pero hemos disfrutado muchiiiiiiisimo. Después comida calentita (seguía jarreando) y vuelta al pueblo. Para entonces hemos conseguido ver el sol, un arco iris completo y algunos claros en el cielo. ¡¡Llevo un rato en la habitación del hostal sin ver llover y me siento extraño!!
Y me olvidaba de lo mejor, hoy todo gratis porque es el día internacional del turismo así que hemos disfrutado doblemente y ahorrado una pasta.
Baños es un lugar de la naturaleza en estado puro, vegetación y animales se presentan para disfrutarlos.
¿A que os están dando ganas de visitar este lugar?




miércoles, 26 de septiembre de 2012

LATACUNGA - QUILOTOA - COTOPAXI


Ahora comienza el verdadero viaje turístico-aventurero-mochilero. Tras sentirnos acogidos y arropados en “La Argelia” hasta el punto que hicieron una verdadera excursión de 12 personas para acompañarnos hasta nuestro nuevo destino. ¡Qué gozada!.
Latacunga es un pueblo situado a hora y media al sur de Quito que estos días celebra la fiesta de La Merced con la famosa fiesta de La Mama Negra, un personaje que se pasea entre la multitud de comparsas que desfilan disfrazados por sus calles con música (todas con la misma), bailes (estos son distintos) y cada una con cerdo abierto en canal del que cuelgan pollos, cuys y decenas de litros de alcohol. Semejante monumento es paseado y bailado por un miembro de la comparsa al que todos animan y que tiene que descansar cada pocos metros. Cuando estás observando el desfile pueden ofrecerte diferentes bebidas, rociarte de aguardiente o rodearte para hacerte una limpieza de malos espíritus, como me ocurrió a mí así que ya me encuentro muy mejorado. Una fiesta como la de muchos lugares del mundo: música, baile y alcohol, mucho alcohol. Hemos visto desfilar debajo de nuestra ventana del hotel durante dos interminables días. Por lo demás, en este pueblo la comida típica es el Chugchucara (o algo así) que se compone de un suave plato de maíz, torreznos, corteza, carne de cerdo y palomitas… debe ser para soportar las horas de fiesta.










En los alrededores hemos visitado la laguna de Quilotoa (3.900m). Un cráter volcánico donde se ha formado la laguna. Supongo que si se visita con sol y en un día despejado debe ser otra cosa pero, no tuvimos mucha suerte con el tiempo: nublado y con una jarreada bastante considerable. Si a eso le añadimos las 3 horas de viaje en bus de ida y otras tantas de vuelta, con parada por desprendimientos sobre la carretera incluido… ya os podéis imaginar que no ha sido la mejor experiencia. Menos mal que uno tiene claro que el disfrute del viaje no es sólo ver la laguna sino todo el proceso antes, durante y después pero,… la cosa se ha puesto complicada.

Mejor experiencia hemos tenido el día de hoy: el ascenso hasta el glaciar del volcán Cotopaxi. No es que el tiempo haya sido mejor pero la experiencia montañera y el lugar emblemático en Ecuador han sido una maravilla. Hemos llegado en 4x4 hasta los 4.500m tras recorrer pinares, llanuras y lagunas y hemos iniciado el ascenso hasta el refugio. Para esas alturas ya estaba lloviznando y en las primeros pasos la respiración y la sensación de mareo me han acechado sobremanera (puff, un poco de agobio!). Hemos subido muy poco a poco mientras la lluvia de agua-nieva iba apareciendo. Para esas alturas el guía iba trasportando una bombona de 50 kg para ayudar a los dueños del albergue (increíble!). Conseguido el objetivo del refugio a 4800 y después de un chocolate caliente, de nuevo para arriba y ahora sí que nevando levemente y pisando nieve con mis zapatillas deportivas cuan montañero dominguero. ¡Lo que echado de menos mis botas, mis palos…!. Con un poco de humedad hemos conseguido llegar hasta los 5100m. Qué maravilla sentir en Ecuador esa sensación que tantas veces disfrutamos en nuestra tierra cuando hacemos cumbre, recordar a mis habituales compañeros de montaña por allí y sentir la satisfacción de la meta conseguida. No hemos tenido la suerte de disfrutar de las increíbles vistas del volcán pero, ha sido una auténtica gozada.


lunes, 24 de septiembre de 2012

SALUD EN "LA ARGELIA"


Hay días de una intensidad tal y que las emociones se acumulan de tal manera que es difícil poder reflejarlas en un escrito. Pedro Jesús nos reservó este día para conocer en directo algunos de sus proyectos y poder aportar nuestros conocimientos.  Algo habíamos organizado antes de venir a través del correo electrónico pero, ha sido un día de ir experimentando y una cierta dosis de improvisación. Así que nos dividimos en dos grupos.
Por un lado, Javier, psicólogo y experto en violencia de género, se fue a La Casa de la Familia, un centro donde realizan terapias con adolescentes, adultos,... Allí estuvo intercambiando experiencias con ellos y en lo que nos ha contado un lugar muy profesional donde desarrollan una labor muy necesaria en este lugar.
Por otro lado, Asier y yo, acompañados por Elena, que lleva 5 meses por aquí en trabajo de voluntariado, y un par de promotoras de la parroquia, nos fuimos a visitar enfermos que por razones económicas, movilidad, etc. no pueden acceder a la sanidad oficial. No os podéis imaginar las cuestas que tuvimos que subir para llegar a algunas casas. Pendientes que superaban el 45% en algunos casos. En vez de una visita médica parecíamos una expedición alpinista por el barrio de La Argelia, eso sí unas vistas de Quito espectaculares.

El primer caso que vimos es de los que te pone los pelos de punta: Oscar, 25 años, cursaba cuarto curso de la Universidad cuando, de repente desapareció tres días. Cuando la familia lo encontró había sido drogado y apaleado. Probablemente sufrió una hemorragia cerebral lo que lo ha dejado con la parte derecha de su cuerpo paralizada, sufriendo crisis epilépticas y con un importante deterioro cognitivo. Fuimos a visitarle a su casita, un lugar muy humilde, donde sus padres se desviven por intentar conseguir que su hijo pueda recuperarse.
De allí fuimos a verle a Matilde, una mujercita de 85 años, postrada en la cama aquejada de insuficiencia cardiaca, bronquitis crónica y sin atención médica periódica pero, sobre todo dolida por el abandono de su hija que apenas la visita. Vive con su anciano marido que hace lo que puede. Decía que ya lo único que quiere es que Diosito la lleve con El.
Posteriormente, bajando cuestas como cabras, llegamos a un chamizo insalubre e indecente donde una familia tiene hacinada a la abuelita Encarnación. Es una cholita con su sombrero, su poncho y sus trenzas típicas, con más de 80 años. Mientras su hija vive en una casa de ladrillo, a Encarnación la tienen en una chabola de adobe y uralita con agujeros por todos los lados. Sufre una impresionante deformidad de los huesos de manos y pies por artrosis que le produce un gran dolor.  Según nos cuentan esto es muy frecuente allí. Los ancianos molestan y les dejan de lado...

Fuimos a ver a Juan, 90 años, casi consumido como una vela. La hija cuenta con lágrimas en los ojos como su hermana se queda con la ayuda social del padre. Problemas familiares, que existen en todos los lugares del mundo. Al final siempre sufre el mas débil.
La siguiente hizo que se nos saltaran las lágrimas. En lo alto del cerro vive Gladys de 70 años que sufrió hace unos años una trombosis cerebral que la postro haciendo vida de la cama a la silla de ruedas. Su ángel de la guarda se llama Germán, su marido de 70 años. En un país donde el machismo es brutal, ver las atenciones y el cariño que le brinda Germán a su mujer invalida nos emociono a todos. Se encarga de todo, incluso le ha construido una rampa para que pueda salir a la calle con la silla de ruedas. Cuando le dije que su mujer está bien de salud no por las medicinas sino por los cuidados de Germán, asomaron las lágrimas a sus ojos y Gladys le decía que no llorase...Fue conmovedor ver como el amor en una situación tan dura puede transformarlo todo. La lección fue magistral.

 











Vimos más casos, otro par de abuelitas discapacitadas, un chico de 17 años con parálisis cerebral (qué difícil es vivir la discapacidad en un en un barrio sur de una capital del sur!!), un niño que se partía de risa al ver tanta gente en su casa.
En el último lugar visitamos a Enrique, 14 años, que vive un martirio en el cole por lo que le molestan sus compañeros (aquí no saben decir la palabra bulling) por tener malformaciones en manos y pies. En su pie derecho solo tiene tres dedos y en las manos tiene varias deformidades. Pequeño para su edad, con una expresión magnífica y con unos ojos que se salen de las órbitas nos pedía una solución definitiva que será difícil que encuentre.
Escuchamos, exploramos, aconsejamos, acariciamos… de nuevo, cosas pequeñas que aquí son grandes para ellos y para nosotros.

La experiencia se completó con la tarde. Tuvimos un encuentro con los promotores de salud y estuvimos trabajando sobre los casos de la mañana. Fue un espacio de participación donde ellas (todas mujeres) fueron haciendo propuestas de cuál podía ser su intervención. Nuestro trabajo fue ordenar, matizar y, sobre todo, empoderar a mujeres sencillas que quieren organizarse para dar respuesta a una realidad acuciante.
Al terminar el encuentro todas las promotoras tomaron la palabra para agradecernos nuestra actividad. No había manera de hacerlas callar. Cuando parecía que ya se acababa, otra quería dar las gracias y darnos todo tipo de bendiciones aunque fuera lo mismo que había dicho la anterior. No sabíamos donde meternos. Después sirvieron arroz y una bebida dulzona y vuelta con los agradecimientos. Y la cosa no se acababa aquí después vino el turno de las despedidas. Una por una vinieron donde nosotros para agradecernos otra vez y los besos de rigor en todo saludo ecuatoriano... Acabamos exhaustos pero, satisfechos. 

He vivido un día sobrecogedor, donde el corazón no para de pegarse a la garganta porque aquello es duro de verdad pero, la esperanza emerge en este grupo de gente con personas como Pedro Jesús, Humberto, Elena que motivan, alientan y sostienen.
TODO UN PRIVILEGIO.

domingo, 23 de septiembre de 2012

QUITO Y ALREDEDORES


Hemos visitado Quito al revés de cómo cualquier turista lo planearía. Empezando por sus alrededores, siguiendo por la noche y después perdiéndonos por su centro histórico.

 La subida en teleférico, 1.300m de desnivel hasta las faldas del volcán Pichincha (4.100m) es espectacular por las vistas (os vais a hartar de fotos) y por la sensación de que las piernas te pesan más de lo normal y ante cualquier mínima cuestecita se te agita la respiración. En contra de toda recomendación hacemos este ascenso en nuestros primeros días en la ciudad, en casa del herrero…
 











La Mitad del Mundo está a unos pocos kilómetros. Nos acompaña nuestro taxista Wasington, un jubilado peculiar que nos deleita con su conversación imparable y sus cantos ecuatorianos, todo un personaje. Es el lugar por donde pasa la línea del Ecuador aunque con varios desencuentros porque uno es el lugar clásico y otro el calculado con GPS… Visitamos un museo muy exótico y pudimos hacer algunos ejercicios de resultado peculiar al hacerlo en este lugar del mundo. Además del típico movimiento al desaguar la fregadera, el huevo sobre un clavo, caminar por la línea… Uno no sabe si lo que le cuentan es científico pero nos echamos unas risas.


Todo el mundo te anuncia las altas posibilidades de ser robado en Quito, en todas sus modalidades, cada cual te cuenta las historias más truculentas… Sin embargo Quito en su centro histórico es una ciudad amable, poco ruidosa (para lo que recordamos de La Paz), con un cierto orden y limpieza, con personas que pasean, descansan o compran. Personas amables cuando los preguntamos.
La ciudad vieja es un conjunto de edificios coloniales con paredes blancas y en los que resulta muy agradable callejear. Botella de agua y cámara en mano descubrimos unas plazas amplias preciosas, en la de San Francisco con una fiesta reivindicando los valores latinoamericanos y en la Plaza Grande con un predicador insufrible que no para de decir sandeces. Cada dos por tres encontramos una iglesia, es imposible visitarlas todas aunque Asier se empeñe en ello. Alguna verdaderamente recomendable como la de La Compañía que, aunque nos ha tocado una guía un poco sosa, hemos disfrutado de la maravilla arquitectónica.
Para comer, como somos un poco frikis, nos hemos metido en un restaurante vegetariano que resulta que era un centro Hare Krisnah con una fiesta hindú en memoria de la esencia femenina de Dios (no está mal) y a la que hemos sido invitados, es decir lo más propio estando en Quito. Hemos comido bien, rodeados de pseudo-hippies y música reiterativa pero, repuestas fuerzas nos disponemos a seguir nuestra ruta urbana.
Hemos visitado la basílica. Que no es la catedral porque aquí son tan chulos que tienen un templo más grande que la catedral construido en memoria de que un presidente consagró el país a no sé qué Virgen… No tiene gran valor artístico pero se pueden visitar las torres y el cimborrio con unas vistas espectaculares mientras te tiemblan las piernas al subir por unas escaleras con unas medidas de seguridad bastante escasas por no decir que es un lugar apto para suicidas. En cualquier caso, la vista lo merece.
Y por último destacar  la Capilla del Hombre, de Guayasamín. El más famoso artista ecuatoriano (bastante “rojeras”) que ha construido un espacio con sus obras que nos hablan de los horrores que los hombres hemos sido capaces de hacer en los últimos años. La explicación ha sido perfecta y nos ha sobrecogido en algunos momentos. Un lugar bello. ¡Viva el arte!
Con tanta visita, hemos comprado algunas frutas de la tierra: oritos ( para nosotros plátanos pequeños), coco y mandarinas… y para casa a descansar.