Hay días de una intensidad tal y que las emociones se
acumulan de tal manera que es difícil poder reflejarlas en un escrito. Pedro
Jesús nos reservó este día para conocer en directo algunos de sus proyectos y
poder aportar nuestros conocimientos. Algo
habíamos organizado antes de venir a través del correo electrónico pero, ha
sido un día de ir experimentando y una cierta dosis de improvisación. Así que
nos dividimos en dos grupos.
Por un lado, Javier, psicólogo y experto en violencia de género,
se fue a La Casa de la Familia, un centro donde realizan terapias con adolescentes,
adultos,... Allí estuvo intercambiando experiencias con ellos y en lo que nos
ha contado un lugar muy profesional donde desarrollan una labor muy necesaria
en este lugar.
Por otro lado, Asier y yo, acompañados por Elena, que lleva 5 meses por aquí en trabajo de voluntariado, y un par de promotoras de la parroquia, nos fuimos a visitar enfermos que por razones económicas, movilidad, etc. no pueden acceder a la sanidad oficial. No os podéis imaginar las cuestas que tuvimos que subir para llegar a algunas casas. Pendientes que superaban el 45% en algunos casos. En vez de una visita médica parecíamos una expedición alpinista por el barrio de La Argelia, eso sí unas vistas de Quito espectaculares.
Por otro lado, Asier y yo, acompañados por Elena, que lleva 5 meses por aquí en trabajo de voluntariado, y un par de promotoras de la parroquia, nos fuimos a visitar enfermos que por razones económicas, movilidad, etc. no pueden acceder a la sanidad oficial. No os podéis imaginar las cuestas que tuvimos que subir para llegar a algunas casas. Pendientes que superaban el 45% en algunos casos. En vez de una visita médica parecíamos una expedición alpinista por el barrio de La Argelia, eso sí unas vistas de Quito espectaculares.
El primer caso que vimos es de los que te pone los pelos de
punta: Oscar, 25 años, cursaba cuarto curso de la Universidad cuando, de repente
desapareció tres días. Cuando la familia lo encontró había sido drogado y apaleado.
Probablemente sufrió una hemorragia cerebral lo que lo ha dejado con la parte
derecha de su cuerpo paralizada, sufriendo crisis epilépticas y con un
importante deterioro cognitivo. Fuimos a visitarle a su casita, un lugar muy
humilde, donde sus padres se desviven por intentar conseguir que su hijo pueda
recuperarse.
De allí fuimos a verle a Matilde, una mujercita de 85 años, postrada en la cama aquejada de insuficiencia cardiaca, bronquitis crónica y sin atención médica periódica pero, sobre todo dolida por el abandono de su hija que apenas la visita. Vive con su anciano marido que hace lo que puede. Decía que ya lo único que quiere es que Diosito la lleve con El.
Posteriormente, bajando cuestas como cabras, llegamos a un chamizo insalubre e indecente donde una familia tiene hacinada a la abuelita Encarnación. Es una cholita con su sombrero, su poncho y sus trenzas típicas, con más de 80 años. Mientras su hija vive en una casa de ladrillo, a Encarnación la tienen en una chabola de adobe y uralita con agujeros por todos los lados. Sufre una impresionante deformidad de los huesos de manos y pies por artrosis que le produce un gran dolor. Según nos cuentan esto es muy frecuente allí. Los ancianos molestan y les dejan de lado...
De allí fuimos a verle a Matilde, una mujercita de 85 años, postrada en la cama aquejada de insuficiencia cardiaca, bronquitis crónica y sin atención médica periódica pero, sobre todo dolida por el abandono de su hija que apenas la visita. Vive con su anciano marido que hace lo que puede. Decía que ya lo único que quiere es que Diosito la lleve con El.
Posteriormente, bajando cuestas como cabras, llegamos a un chamizo insalubre e indecente donde una familia tiene hacinada a la abuelita Encarnación. Es una cholita con su sombrero, su poncho y sus trenzas típicas, con más de 80 años. Mientras su hija vive en una casa de ladrillo, a Encarnación la tienen en una chabola de adobe y uralita con agujeros por todos los lados. Sufre una impresionante deformidad de los huesos de manos y pies por artrosis que le produce un gran dolor. Según nos cuentan esto es muy frecuente allí. Los ancianos molestan y les dejan de lado...
Fuimos a ver a Juan, 90 años, casi consumido como una vela. La hija cuenta con lágrimas en los ojos como su hermana se queda con la ayuda social del padre. Problemas familiares, que existen en todos los lugares del mundo. Al final siempre sufre el mas débil.
La siguiente hizo que se nos saltaran las lágrimas. En lo alto del cerro vive Gladys de 70 años que sufrió hace unos años una trombosis cerebral que la postro haciendo vida de la cama a la silla de ruedas. Su ángel de la guarda se llama Germán, su marido de 70 años. En un país donde el machismo es brutal, ver las atenciones y el cariño que le brinda Germán a su mujer invalida nos emociono a todos. Se encarga de todo, incluso le ha construido una rampa para que pueda salir a la calle con la silla de ruedas. Cuando le dije que su mujer está bien de salud no por las medicinas sino por los cuidados de Germán, asomaron las lágrimas a sus ojos y Gladys le decía que no llorase...Fue conmovedor ver como el amor en una situación tan dura puede transformarlo todo. La lección fue magistral.
Vimos más casos, otro par de abuelitas discapacitadas, un chico de 17 años con parálisis
cerebral (qué difícil es vivir la discapacidad en un en un barrio sur de una
capital del sur!!), un niño que se partía de risa al ver tanta gente en su casa.
En el último lugar visitamos a Enrique, 14 años, que vive un martirio en el cole por lo que le molestan sus compañeros (aquí no saben decir la palabra bulling) por tener malformaciones en manos y pies. En su pie derecho solo tiene tres dedos y en las manos tiene varias deformidades. Pequeño para su edad, con una expresión magnífica y con unos ojos que se salen de las órbitas nos pedía una solución definitiva que será difícil que encuentre.
Escuchamos, exploramos, aconsejamos, acariciamos… de nuevo, cosas pequeñas que aquí son grandes para ellos y para nosotros.
La experiencia se completó con la tarde. Tuvimos un encuentro con los promotores de salud y estuvimos trabajando sobre los casos de la mañana. Fue un espacio de participación donde ellas (todas mujeres) fueron haciendo propuestas de cuál podía ser su intervención. Nuestro trabajo fue ordenar, matizar y, sobre todo, empoderar a mujeres sencillas que quieren organizarse para dar respuesta a una realidad acuciante.
Al terminar el encuentro todas las promotoras tomaron la palabra para agradecernos nuestra actividad. No había manera de hacerlas callar. Cuando parecía que ya se acababa, otra quería dar las gracias y darnos todo tipo de bendiciones aunque fuera lo mismo que había dicho la anterior. No sabíamos donde meternos. Después sirvieron arroz y una bebida dulzona y vuelta con los agradecimientos. Y la cosa no se acababa aquí después vino el turno de las despedidas. Una por una vinieron donde nosotros para agradecernos otra vez y los besos de rigor en todo saludo ecuatoriano... Acabamos exhaustos pero, satisfechos.
En el último lugar visitamos a Enrique, 14 años, que vive un martirio en el cole por lo que le molestan sus compañeros (aquí no saben decir la palabra bulling) por tener malformaciones en manos y pies. En su pie derecho solo tiene tres dedos y en las manos tiene varias deformidades. Pequeño para su edad, con una expresión magnífica y con unos ojos que se salen de las órbitas nos pedía una solución definitiva que será difícil que encuentre.
Escuchamos, exploramos, aconsejamos, acariciamos… de nuevo, cosas pequeñas que aquí son grandes para ellos y para nosotros.
La experiencia se completó con la tarde. Tuvimos un encuentro con los promotores de salud y estuvimos trabajando sobre los casos de la mañana. Fue un espacio de participación donde ellas (todas mujeres) fueron haciendo propuestas de cuál podía ser su intervención. Nuestro trabajo fue ordenar, matizar y, sobre todo, empoderar a mujeres sencillas que quieren organizarse para dar respuesta a una realidad acuciante.
Al terminar el encuentro todas las promotoras tomaron la palabra para agradecernos nuestra actividad. No había manera de hacerlas callar. Cuando parecía que ya se acababa, otra quería dar las gracias y darnos todo tipo de bendiciones aunque fuera lo mismo que había dicho la anterior. No sabíamos donde meternos. Después sirvieron arroz y una bebida dulzona y vuelta con los agradecimientos. Y la cosa no se acababa aquí después vino el turno de las despedidas. Una por una vinieron donde nosotros para agradecernos otra vez y los besos de rigor en todo saludo ecuatoriano... Acabamos exhaustos pero, satisfechos.
He vivido un día sobrecogedor, donde el corazón no para de
pegarse a la garganta porque aquello es duro de verdad pero, la esperanza
emerge en este grupo de gente con personas como Pedro Jesús, Humberto, Elena
que motivan, alientan y sostienen.
TODO UN PRIVILEGIO.
Saludos desde Cantabria, muchas gracias por tus comentarios, sigo vuestro viaje con mucho gusto y cuentas las cosas con tanto ímpetu que me parece que estoy allí con vosotros. muchas gracias por llevar El Reino a todos los sitios por donde vas.
ResponderEliminarUna forma de viajar muy buena.besos para todos.
Carmen
Hola chicos!!!
ResponderEliminarCómo ha ido la chatunga...??? jejejeje
Maxi, un relato muy acertado. Gracias a vosotros por haber compartido estos días en La Argelia, el privilegio ha sido nuestro de contar con grandes profesionales pero sobre con cheverísimas personas. Por cierto, aún siguen los agradecimientos y bendiciones... esta mañana por donde he ido así ha sido, así que aquí queda eso, ya que me han pedido que os lo transmita.
Sigan disfrutando de Ecuador, cuidense mucho!!!
Un fortísimo abrazo, Wendy...
Buenas Doc !!
ResponderEliminarGracias, gracias y gracias, por compartir vuestra experiencia en Ecuador. Se me ponen los pelos de punta, y logra emocionarme tanto, que parece que lo estoy viviendo allí, en primera persona.
Un abrazo enorme, enorme. Seguiremos vuestros pasosss.
En este contexto de gracias perpetuas, quiero daros las gracias a los que dejáis vuestros comentarios y también a todos los que me habéis trasmitido vuestra emoción. ¡Es tan saludable emocionarse!... nos hace más humanos, más personas, sentir que estamos vivios y que hay cosas que nos conmueven porque nos importan. Gracias.
ResponderEliminarDesde Málaga seguimos tu viaje con interés y emoción, muchas gracias por contar tus experiencias y hacernos algo partícipes.
ResponderEliminarPues nuevamente sean Bienvenidos a Ecuador..... sigan disfrutando de todo lo que mi pais les puede ofrecer es un placer muy grande el poderlos conocer un abrazo inmenso a Javi y Asir
ResponderEliminarHola Maxi, un abrazo grande.
ResponderEliminarHola maxi. Soy Edu. Gracias por este baño de realismo que anima a relativizar las cosas de nuestro día a día. Mientras a nosotros nos ahoga la incertidumbre del trabajo, allí la preocupación es si comerán al día siguiente o si tendrán una medicina para paliar el dolor de un hijo enfermo.
ResponderEliminarAnimo